La violencia desde otra perspectiva

Mi nombre es Monserrat y en este apartado tocare el tema de la violencia hacia la mujer con base en mi experiencia personal, quisiera explicar algunos puntos los cuales creo necesarios para entender esta problemática, estos mismos  son las etapas que según mi experiencia tuve que pasar para sobrellevar mi situación. Este artículo lo escribo con el objetivo de que personas que no han vivido una situación de violencia comprendan o tengan una idea de lo que vivimos las mujeres en estas desafortunadas situaciones, el escrito va más allá de recoger cifras duras sobre la violencia que desde luego tienen un gran impacto, este artículo más bien trata de darle un nombre a la problemática, para que el lector quizá pueda generar un sentimiento de empatía y tener una perspectiva más amplia de lo que significa la violencia desde una mirada distinta, es decir desde la víctima, debido a que desde este lado a mi parecer no existe mucha información, lo cual me parece justificable porque ¿a quién le gusta recordar momentos de su vida en las que la pasaron mal? No es algo de lo que nos podamos sentir orgullosas pero creo que el contar lo que nos sucedió abre más el panorama a los que no viven este tipo de situaciones pero sobre todo, ayudan a otras personas que de manera silenciosa están sobrellevando una situación de violencia incluso no sabiéndolo.

Como primer punto o etapa tomo el tema del reconocimiento de la víctima. A veces este tipo de situaciones parecen ser muy obvias, pero es todo lo contrario para quien la sufre, es un proceso difícil el darte cuenta que estas siendo violentada porque muchas veces te hacen creer que tuviste la culpa por lo que pasó, que provocaste la violencia, a. El segundo paso y el más difícil en mi experiencia es decidir hacer algo, implica un proceso psicológico muy complicado, armarte de valor para hacer algo es muy difícil cuando estuviste siendo reprimida por tanto tiempo, y digo “tanto” porque la violencia es gradual, comienza con comentarios, reclamos, represión, empujones, cachetadas, golpes y puede terminar en más si no se hace algo. El proceso de realizar una acción que detenga implica muchas cosas, implica el aceptar que la persona que algún día quisiste ahora te está haciendo daño, tanto daño que tu único círculo de amistad es esa persona, ni siquiera incluye tu familia, implica también tener el valor de decir lo que te está sucediendo, miles de cosas se atraviesan por la mente, el sentirte sola sin tu familia y sin amigos, pensar que nadie te creerá, por eso creo que es un proceso bastante difícil el decir “basta” y alejarte de lo que hace daño.

El tercer punto o la tercera etapa que considero de mucha importancia es denunciar, me parece un acto de valentía y solidaridad, porque en mi experiencia yo no denuncié porque quería “justicia”, el daño ya estaba hecho, nadie me iba a reponer la salud emocional o me iba a borrar el recuerdo de la mente, simplemente lo hice porque no quería que otras mujeres pasaran lo mismo que pasé yo, el agresor indudablemente recaería en el mismo acto y solamente cambiaría de víctima, el generar un precedente jurídico le haría pensar dos veces antes de hacer lo mismo. El levantar una denuncia también me pareció algo muy incómodo y fue una mala experiencia en materia institucional, tuve que dirigirme a una asociación para que a mi caso no le hubiese tocado el famoso “carpetazo”, al ya tener el citatorio para dar mi declaración jamás me imaginé lo que iba a suceder, tener que estar sentada a un lado de tu agresor es horrible, después de lo ocurrido lo que menos deseas es ver a esa persona, imagínense sentarse a un lado diciendo lo que te hizo. A pesar de saber que no te puede hacer nada en esas circunstancias el miedo y la intimidación se hacen presentes y los recuerdos más. Tener que escuchar cómo se defiende argumentado mentiras y justificando sus actos también es duro. Y el proceso no termina, el seguir recibiendo mensajes o alguna señal de tu agresor puede seguir sucediendo, en mi experiencia, no quise hacer otra denuncia porque la experiencia haciéndolo fue tan difícil para mí que no quise regresar al mismo lugar.

Quizá me tocó vivir una de las peores experiencias a una edad muy temprana pero si algo agradezco es que me dio mucha fuerza, es por eso que hoy escribo en este espacio la experiencia que quisiera que escucharan con atención y sensibilidad. Este escrito lo hago en honor a esas mujeres que algún día fueron calladas, mujeres que fueron minimizadas, mujeres a las que se les limitó el poder de decisión, mujeres que después de esa experiencia tenían pesadillas, las mujeres que como yo hoy se atreven a hablar del tema aunque nos siga costando y nos recuerde malos momentos, porque sabemos que el contar nuestra historia podemos ayudar de alguna forma a quienes la están viviendo. Lo escribí por aquellas mujeres que no necesariamente vivieron violencia física, sino también aquellas que fueron violentadas de otra forma, el acoso, la violencia laboral, escribo esto por aquellas personas que lamentablemente hoy no viven por haber callado.

Creo que es importante apreciar y sobre todo a apoyar a quienes el algún momento sufrieron algún tipo de violencia, creo que es un gran acto de valentía que los demás debemos apreciar debido a que vivieron un proceso que muchos desconocen pero están dispuestos a criticar. Es muy fácil decir “ella lo permitió” “ella lo provocó” pero ignoramos totalmente el proceso psicológico que conlleva tal acto de valentía, el decir y hacer algo por ti y por las demás.