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lunes, 14 de mayo de 2018

Los medios de comunicación y la imagen corporal


 

¿Cómo los medios masivos de comunicación han distorsionado la percepción que tenemos de nuestros cuerpos?


Por: Katia Cruz Manuel


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Los medios de comunicación masiva (a lo que a partir de aquí nos referiremos como medios) ya sea Internet, prensa escrita, televisión u otros sirven para llevar información a una gran cantidad de personas, pasando de un receptor individual a un receptor colectivo de una manera rápida, algo que ha cobrado mucha fuerza en los últimos tiempos.

Ahora bien, a pesar de su carácter de masivos, podríamos decir que lo son sólo en cuanto a su receptividad, ya que quienes ejercen el poder de producir los discursos que los constituyen son sólo una minoría o un grupo en específico, el cual imprime necesariamente su modo de pensar el mundo en todo documento que produce (Madero Castro, 2017).

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Por lo anterior es importante señalar que  además del simple hecho de informar a las masas, los medios también juegan un papel importante en la formación social y cultural, así como en el comportamiento y la propulsión de ideas debido a su carácter universal y a que es una fuerza resultante de la realidad social y la cultura vigente, con esto dejamos a un lado el argumento de que los medios presentan lo que las personas demandan y nos centramos en el hecho de que la mayoría de las veces se nos imponen las ofertas.
El lenguaje de los medios llega a ser tan elaborado que se vuelve mágico. Entonces el punto de seducción está en el lenguaje, el cual con la repetición y la rapidez de los mensajes impregnados de los esquemas de la industria cultura cosifica al individuo. Tales técnicas imposibilitan simultáneamente la capacidad de pensar del individuo, así se vuelven pasivos y de manera alegre reciben los estereotipos que la industria tiene planeada para ellos, pues les es más fácil (Segoviano García, 2011).

Esto significa que el cuerpo es un medio de expresión altamente restringido, puesto que está muy mediatizado por la cultura y expresa la presión social que tiene que soportar. La situación social se impone en el cuerpo y lo ciñe a actuar de formas concretas, así, el cuerpo se convierte en un símbolo de la situación (Martínez Barreiro, 2004).

Es así como la industria mediática y la cultura (previamente manipulada) crea cánones y acondicionamientos que van cambiando a lo largo del tiempo. Tenemos entonces que en la actualidad lo que nos caracteriza como sociedad (principalmente la occidental u occidentalizada) es el famoso culto al cuerpo, a la delgadez y la belleza (ésta en términos de perfección y la perfección entendida a su vez como delgadez, finura, etc.), evitando así el sobrepeso, la flacidez o simplemente evitando todo lo que no sea perfecto.

Nos vemos sometidos a una nueva forma de presión: La belleza física y la delgadez, que se vuelven una virtud a cultivar, algo que tenemos que adquirir para evitar ser segregado. Se nos venden dietas detox, rápidas, restrictivas, cremas para quemar grasa, pastillas, estimulantes, membresías de gym, pero sobre todo se nos vende la idea de que estar delgado es estar sano sin importar si esto es realmente cierto o no.
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Los medios de comunicación se han convertido en una caja de resonancia y nos inundan de mensajes y publicidad y los spots comerciales venden la imagen del cuerpo como condición suprema del éxito y la felicidad (Romero Croce, 2012).

Entonces podemos preguntarnos ¿quién valida nuestros cuerpos?, ¿quién impuso el modelo que la sociedad tanto busca? Claro que los medios tienen mucho peso en la creación de la imagen corporal, claro que son capaces de imponer una tendencia para generar demanda, el problema radica en que dentro de los medios no sólo nos inundan de publicidad manipuladora si no también nos muestran “información supuestamente confiable”, información que sustenta a la publicidad.

Vemos en revistas, programas televisivos, páginas de internet etc., a expertos hablando sobre nuestros cuerpos nos llenan de información “verídica” respaldando el culto a la delgadez y sobre cómo estar gordo trae consigo muchos problemas de salud, sin embargo esta información muchas veces sólo es publicidad disfrazada y al no haber regulación suficiente tendemos a creer en ella. 


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El cuerpo se ha convertido en objeto de culto; los parámetros de “estar sano” o “estar enfermo” han sido reempleados por imperativos tales como “tengo que estar bien”, “debo estar mejor” o “debo verme bien”. De este modo, «el sujeto construye su propia individualidad, desplazando el eje “ético” hacia un eje “estético”, no menos imperativo». Esta especie de coacción publicitaria es tan grande que, según Bruch, “hay una industria multimillonaria que se encarga de decir a la gente que no está en forma” (Romero Croce, 2012).

Vemos entonces que los medios de comunicación fungen un papel importante en la visión que tenemos de nuestro propio cuerpo y cómo nos vemos obligados a gastar energía, tiempo y dinero en el intento frustrante por alcanzar el cuerpo perfecto, la figura ideal e imposible. Vivimos en una sociedad eternamente insatisfecha con lo material, con lo físico, lo tangible, es por ello que ha surgido tanto el uso del maquillaje, la cirugía plástica, la ropa, la deformación del cuerpo hasta llegar al tipo ideal, el estandarizado y eterno 90, 60, 90.

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Promueven el ideal de delgadez difundiendo patrones de belleza que impactan especialmente en las mujeres. Si bien es un saber compartido que las estrellas y modelos son producto de numerosas intervenciones en el rostro y cuerpo (desde cirugía hasta maquillaje o ‘photoshop’), la mujer común pasa por alto estos datos y construye una imagen ideal de belleza imposible de alcanzar. Así, el modelo estético ideal de nuestra época se corresponde con una imagen distinta del cuerpo real de carne y hueso (Bazán & Miño, 2015)

Esta exposición continua a la publicidad que vende cuerpos delgados para después promocionar la venta de productos adelgazantes como medicamentos dietéticos, alimentos hipocalóricos, cirugías etc., a las revistas con figuras esbeltas promocionando dietas para tener un cuerpo de bikini para el verano, cómo bajar 20 kilos en un mes, artículos cobre cómo cambiar tu cuerpo o verte mejor y más tractiva, cómo organizar tu día para hacer todo y ser perfecta, nos llevan a interiorizar el ideal de belleza establecido y por ende nos crea una insatisfacción y una imagen distorsionada de nuestros cuerpos.

Por todo lo anterior estamos más expuestos a padecer trastornos alimenticios o de disociación corporal, buscando la delgadez imposible y saludable o posible y enferma. Hacemos todo por estar delgadas (os), creemos que es algo que queremos sin darnos cuenta que se nos ha impuesto. Sin embargo de qué sirve tener un “cuerpo sano y delgado” si tenemos la mente insana e insatisfecha con el peso que se ve en la báscula, porque no será suficiente, nunca lo será porque siempre habrá alguien más atractivo que nosotras (os), alguien con quien compararnos.
 


Las personas que padecen anorexia, bulimia, dismorfia corporal, vigorexia, ortorexia y demás en un principio no se creen enfermas e incluso algunas (os) de ellas (os) hasta lo inducen como un estilo de vida.  Un uso claramente patológico de Internet es el que caracteriza a los usuarios de sitios como la Red, “pro–ana” –pro anorexia–  ya sea en canales de youtube (aunque están más censurados) como en blogs o incluso microblogs como Tumblr donde la palabra censura se desconoce y que fomentan el desarrollo de la anorexia y otras patologías afines.

En ellos se dan instrucciones para iniciar y mantener la anorexia, se recomiendan ejercicios silenciosos (o que puedes hacer en la comodidad de tu cuarto sin que nadie se entere), medicamentos, dietas de 100 calorías o menos, se muestran imágenes que motivan a desarrollar la anorexia y se promocionan ‘grupos de autoayuda’ donde se compite por alcanzar el peso ‘ideal’, cada vez más bajo e incluso hasta te dan tips sobre cómo vomitar o que hacer en caso de un atracón.


Red pro-ana en Tumblr


La difusión del modelo corporal delgado va unida de modo inevitable a la promoción de insatisfacción corporal y, por lo tanto, al riesgo de desarrollar estos trastornos. Por lo tanto, la información que brindan los medios no es inofensiva. Hoy los periodistas son casi profetas. Todo lo que se publica es considerado cierto o al menos ‘algo habrá de cierto’ (Bazán & Miño, 2015).

En relación a la imagen corporal, a través de diversos estudios, se ha demostrado que un tercio de la autoestima se refiere a lo positiva o negativa que sea la imagen corporal. Esto se debe a que si a una persona no le gusta su cuerpo tampoco le gustará la persona que vive en él ya que es difícil que se aprecien cualidades separadas del aprecio del propio cuerpo (Ladero González, 2016).
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Los medios de comunicación pertenecen al grupo de factores socioculturales que influyen en la imagen que tenemos de nosotros y nuestro cuerpo ya que son un claro trasmisor de estereotipos corporales, lo que produce a una baja satisfacción corporal. Estos agentes de socialización tienen más poder en la infancia, en la adolescencia y en los neoadultos. El estereotipo fomenta el consumo, afecta la autoestima y refuerza los prejuicios y opiniones que tenemos sobre los objetos, las clases sociales, las instituciones e incluso sobre nosotros mismos.

En la actualidad este deseo (el de alcanzar el cuerpo ideal) se ve “cumplido”, es decir que a cualquier demanda que el sujeto posea, el mercado estará dispuesto a brindárselo. Corresponde a un círculo sin fin, generando deseo y al mismo tiempo satisfaciendo el mismo, pero hasta cierto punto porque después habrá algo más que modificar, algo que aún no encaje con la perfección.

Horkheimer y Adorno en la Dialéctica de la ilustración denuncian con fervor el trabajo de los medios masivos en los individuos y sus relaciones con la sociedad, afirman que enajenan con la repetición de los mensajes, la igualación de los productos, manipulan los estilos de vida con el lenguaje y las técnicas, rectifican las estructuras dominantes, engañan proponiendo una felicidad falsa y provocan estandarización con fines de rentabilidad económica y control social. (Segoviano García, 2011).

Concluyo que con todo lo anterior vemos que el cuerpo va dejando de ser una fuente de satisfacción y la imagen que proyectamos en el espejo refleja con frecuencia inquietante nuestros miedos y ansiedades. La alimentación ya no es tampoco proveedora de disfrute, como era antaño. El uno y la otra se someten a restricciones, exigencias y regulaciones. No se come aquello que es sabroso, sino lo que se asume como saludable; las naturales imperfecciones de la corporalidad –por constitución o por los avatares de nuestra propia existencia– tienen que ser mitigadas, disimuladas o eliminadas, de modo que calcen con el ideal publicitado (Romero Croce, 2012).
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La manera en que ahora nos vemos influenciadas (os) por diversos factores externos como la sociedad y los medios (relacionados entre sí) va más allá de los factores internos y de nuestra psique. Hoy por hoy tenemos que los trastornos de alimentación ocupan ya el tercer lugar (como enfermedad) en los países desarrollados y las cifras van en aumento, es por ello que lo que se nos presenta en el internet, en la televisión y en la prensa resulta ser tan importante.

Ya que los casos no se muestran de manera aislada (porque todos estamos expuestos a lo que se nos muestra en los medios) el problema no puede tratarse individualmente como siempre se ha hecho. Es importante que se dé una educación conjunta tanto a familiares, tutores e hijos y medios para evitar la propagación de conductas nocivas y promover conductas saludables de aceptación del cuerpo generando así seguridad y buena autoestima lo que nos vuelve menos vulnerables a la manipulación y al consumo del cuerpo perfecto.
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Otro punto importante serían las instituciones escolares desde los niveles más básicos hasta los más altos, estas deberían promover la buena salud mental como factor primordial para la salud física dando talleres, charlas, ponencias y demás que informen a los niños, adolescentes y adultos jóvenes (principales víctimas de los medios en cuanto al concepto de cuerpo ideal) sobre cómo observar lo que nos venden los medios y así crear personas críticas y más saludables.

Pero estas acciones no pueden ser aisladas y discontinuas, como menciona Romero Croce (2012),  sino que deberían ser parte de un plan integral que fomente tanto la intervención sobre la población, como la investigación sistemática acerca de la conducta alimentaria, la imagen corporal, los efectos de los Medios y la presencia del Estado. Se debe tomar una debida conciencia de la gravedad de la situación aquí descrita con el objeto de desarrollar políticas de prevención, tal como sucede con otros males, como el cáncer o las enfermedades debidas por el tabaquismo. En este contexto, los medios de comunicación están llamados a desempeñar un rol preponderante. 

Estas estrategias podrían tener como resultado que las personas aprendan a alimentarse saludablemente y que al momento de querer bajar de peso reconozcan que los alimentos hipocalóricos tienen ciertas desventajas nutricionales. Consumirlos sería una elección personal, sin quedar atrapados en la ilusión de que comer comida de dieta hipocalórica es necesariamente sinónimo de comer sano (Bazán & Miño, 2015).
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Referencias

[1] Balbi, M. B. (2013). “Influencia de modelos ideales de belleza y delgadez, propuestos por los medios de comunicación en adolescentes mujeres”. El Salvador. Disponible en:
[2] Bazán, C., & Miño, R. (2015). “La imagen corporal en los medios de comunicación masiva”. Psicodebate, 23-42. Disponible en:
[3] Ladero González, M. (2016). “Influencia de los estereotipos de belleza actuales en la percepción de la imagen corporal”. Salamanca. Disponible en:
[4] Madero Castro, A. M. (2017). “Género, medios de comunicación y poder. Una mirada a las revistas de moda para mujeres: el caso Vogue”. Bajalú: Revista de Cultura y Comunicación, 22-42. Disponible en:
[5] Martínez Barreiro, A. (2004). “La construcción social del cuerpo en las sociedades contemporáneas”. Papers, 127-152. Disponible en:
                http://papers.uab.cat/article/view/v73-martinez
[6] Romero Croce, J. (2012). “El malestar actual de la cultura y la martirización del cuerpo”. Psicología y salud, 205-214. Disponible en:
[7] Segoviano García, J. (2011). “Dialéctica de la Ilustración y sus aportaciones a los estudios de los medios masivos”. Razón y palabra. Disponible en:
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[9] Carrillo Durán V. (2013). “Influencia de los factores que definen el modelo estético corporal en el bienestar de las mujeres jóvenes afectadas o no afectadas por anorexia y bulimia”. Saúde Soc. São Paulo. 468-484. Disponible en:
[10] Gil Madrona, P. (2012). “La satisfacción corporal y su rol en las relaciones sociales”. Universitas Psychologica, 12(2), 547-558. Disponible en:
[11] Salinas Ressini, D. (2011). “Los medios de comunicación, los ideales de belleza y la manifestación de la anorexia”. Punto Cero, Universidad Católica Boliviana. 18-24. Disponible en:
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[23] Frances Young, Sarah. (2018). “Exercise: Is it Part of Your Healthy Lifestyle, or Are You Waging War on Your Body?”. Disponible en:






1 comentario:

  1. Kat, interesante tema el que abordas, das puntos referenciales y te animas a incursionar en conceptos poco estudiados en las RRII. Si bien es cierto, que los MMC han manipulado nuestra imagen, creo que no son los únicos actores, me parece que la complicidad tanto de los contenidos de anuncios con las propias empresas es un punto que faltó analizar y/o detallar.

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